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El coche que nunca se arregla

Jueves 21 de julio de 2011. El día más perdido desde que estoy aquí.

11:54pm Kendeja. Recién llegada de una cena en la casa de un italiano que aún no sé qué hace en Liberia

Hoy ha sido el día más infructuoso desde que llegué a Liberia el sábado pasado.

Tocaba ir al colegio que está a unos 60 minutos de Kendeja, 30 hasta el aeropuerto (la mayor parte del camino por lo que los locales llaman la highway (que es como nuestras carreteras comarcales) y a otros 30 del aeropuerto porque aunque está sólo a unas 8 millas, unos 12 km, hay que ir por una carretera sin asfaltar, con baches, en muy mal estado, de la misma tierra roja que dibuja al continente, aunque en este caso con mucha menos gracia.

El camino fue bien hasta que llegamos a la famosa carretera. Con un cierto sonido que no me gustaba nada, e EJ intimidada (soy mujer conduciendo en Liberia), lo entendí después cuando me enteré de que las mototaxis que os enseñaré más adelante se echan -literamente- a los coches de un extranjero con la intención de que les pague el seguro del supuesto coche adinerado. Vamos, la versión moto de lo que hacen en otros sitios con vacas y ovejas, aunque aquí hasta se juegan el propio pellejo como podéis leer.

Una vez que pasamos Robertsfield International Airport y que comenzamos la endiablada carretera el sonido se hizo más fuerte y para cuando me di cuenta me había quedado sin frenos. Al principio no le dije nada a EJ. Faltaba poco para llegar a la escuela y creí que una vez allí llamando a un mecánico (Sadate ya estaba en mi mente) podría arreglarse la cosa fácilmente y en la misma mañana volver a casa. De repente, gracias a no sé lo que, pongamos que al cielo, caí en la cuenta de que estaba en África. No sólo. En Liberia! A media hora del aeropuerto. Into the bush.  Y que aunque los locales conocieran el lugar si al final se le cruza a Sadate otra en el camino (otra con un coche también roto me refiero) podría no venir y nos quedaríamos tiradas en medio  de la nada. Así que decidí que lo mejor era darse la vuelta y que aunque no sabía si conducir dañaría más el coche, la mejor opción era intentar llegar al aeropuerto, una zona más segura y al mismo tiempo que nos permitiría tomar otras medidas en caso de que la reparación no pudiera realizarse o tomara más tiempo de la cuenta. Así que en cuanto vi un sitio un poco amplio, miré de reojo a EJ y le dije, «agárrate, nos damos la vuelta». Y haciendo el primer trompo de mi vida emprendimos la vuelta. Una carretera de una sólo carril por llamarlo de algún modo y coches viniendo de frente, lugareños caminando por el medio, un puente estrecho de madera, con su cuesta arriba y su cuesta abajo. Con un poco de «puedo hacerlo», un poco de freno de mano y a 100% el corazón llegamos al aeropuerto donde por supuesto no nos dejaron aparcar porque llegaba el presidente de Nigeria. Espera fuera. EJ: «yo voy a comprar agua». Y yo acordándome de los familiares del presidente casi vecino.

Llegó el presidente, se marcharon los grupos culturales o lo que aquí llamaríamos las bandas de música y pudimos aparcar en el aeropuerto. Un conductor del hotel a quien habíamos llamado para recogernos (me imaginé que la reparación sería más grave de lo pensado seguro) llegó y el Sadate unos minutos más tarde. Madre mía la que se montó!!!. Todas las personas que había en ese parking y que no tenían nada que hacer, que os aseguro por separado parecían pocos, eran demasiados para sacar una rueda de un coche. Dije una rueda? y el rodamiento que estaba roto, y el hook, que todavía no sé lo que es, el freno,…en fin un cuadro.

El plan era sacarlo todo y llevárselo para comprar todas las piezas de nuevo y volver mñana para arreglar el coche. Un tornillo no nos dejó marcharnos hasta casi las 4 de la tarde (desde las 10 que había recogido a EJ) y allí estuvimos bajo el sol Sadate trabajando como un….casi lo digo, como un matado, y los demás mirando y discutiendo. Yo detrás repirando hondo.

Al final Terrence el conductor del hotel fue en taximoto (os añado foto para que veáis la parada, suele haber muchas más motos, al principio yo creí que los chicos se reunían con sus ciclomotores, pensé míralos que enrollados) fue a buscar a un mecánico para que trajera más llaves porque la que tenía Sadate se rompió de la fuerza que hizo y, el dichoso tornillo era de un tamaño distinto al de las llaves restantes. Os dejo también la discusión sobre las llaves que se necesitaban.

Untitled from Alejandra Bernardo Andrés on Vimeo.

El coche se quedó en el aeropuerto. Mañana iremos a arreglarlo y recogerlo. Espero encontrarlo a la vuelta.

Esta noche me llevaron a comer a casa de un italiano, Jacob, y conocí a gente que trabaja en Delta, Chevron y API. Todos expatriados. Alucinas cómo viven los expatriados aquí. Me han dicho que hay muchos españoles. Españoles de España. Aquí se conocen la diferencia.

Sólo decir que cuando digo que soy española  los locales abren mucho la boca y los ojos.

De vuelta a casa, charla interesante, termino esto, lo cuelgo y a dormir. Feliz día mañana.

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