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Y si lo que pasa es que no sabes vivir….

Martes 8 de mayo de 2012.

Vigo, 11:30. Pensando después de leerte un rato Lorenita

La vida, cuando la piensas, no se puede reducir. Y si se redujese le pasaría lo que al vinagre, se quedaría concentrada, e inevitablemente cuasi dulce. Se quedaría con cuerpo, espesa, de esa que se hace a fuego lento. Con sustancia. Con ese sabor que invita a mojar pan.

Y entonces ya, tiene sentido. Aunque lo encontremos al final.

Para que lo tenga necesitamos ese (fuego) lento. Y por tanto no se puede correr. O no se debe correr.

Y llegados a este punto te digo lo mismo que con las consolaciones. No me gustan por mandonas y conformes. Y lo mismo me pasa con los debes. Quien debe? Será el que no paga. Si esto lo asumimos desde un punto de vista moral como fatal, que pague el que debe, pero que no me hagan a mí deber, ni deber hacer, ni deber querer, ni deber deber. Y que me dejen deberme a mi libertad.

Claro que cuando uno decide ser libre, ya lo dice quien lo ha dicho (Sartre) se condena (Sartre considera que el ser humano está «condenado a ser libre», es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de la misma, y sin excusas). Tú decides, no te quejes. Y si lo haces procura que sea con quien te quiere y que sea para poco más que «aligerar». Y escupe fuera, del círculo digo, por aquello de que les puedas cansar.

La libertad no se tiene por suerte, no se tiene por nacimiento o facilidad. Se tiene por pensar. Y para pensar necesitas de tu única «intimidad».

Si piensas eres libre y estás obligado a actuar. Primero existes, luego eres y luego actúas. Ah claro, pero como tengo que actuar y me puedo equivocar, mejor ni pienso, que además pensar me invita a enfrentarme a mi soledad; y encima me acusarán de raro, y yo me castigaré pensando que soy extraño.

Y no tendré más opción que perpetuar refranes, frases hechas, visiones de otros, comportamientos que me recompensen con aprobaciones para al final ser aquel de quien hasta yo llegue a dudar.

«El hombre sólo se define en la lápida porque mientras vive es un ser libre que puede decidir cambiar su proyecto y ser otro diferente». Así que si no «nos toca», cojones, cambiemos de proyecto ya.

Ojalá todos tuviéramos la suerte de la lotería, o la lotería de la suerte, la familia, del conocimiento …pero o la genética te pone donde tú ni albergas a recordar o estás en el lugar adecuado o te «hinchas a trabajar» o a estudiar, y te equivocas, y te equivocas, y te vuelves a equivocar. Joder! no pasa nada por errar.

Nos empeñamos en ver la vida por esquinas, a ratos, en el actual rato. Y nos paramos en los tramos más pedregosos, en los más difíciles, en los dolorosos. Evitable, no lo podemos evitar. El dolor se sufre ahora. La gloria se recuerda siempre. Es inherente a la supervivencia de la humanidad. Si recuerdo la herida no querría vivir. Y la vida al fin y al cabo es sustancia reconfortante que a pesar de todo, merece la pena (en este caso lo es) probar. Pues centrémonos en la gloria ya.

No te conformes con «me toca» porque nos toca lo que dejamos nos llegue a tocar. Puede que no veamos puntualmente la salida y que se enturbie nuestra mente con tanta actividad. Puede que no obtengamos lo que queramos sin eso significar que nos debamos resignar a lo que no deseamos. Descansemos. Y cambiemos, pero para mejorar. Y elijamos. Y si nos equivocamos la humildad nos devolverá la paz.

 

 

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