Casablanca, 15 de julio de 2011.
23:10 en España y una hora menos en Marruecos, como en Canarias.
Mi próximo vuelo no sale hasta casi las 12 de la madrugada en Marruecos. Me quedan dos horas para esperar de nuevo pacientemente -no hay más remedio- a esta salida.
Curioso, pero por primera vez en la vida estoy haciendo las cosas al ritmo que marca la vida. Cuesta pero sorprendentemente menos. Poco, no como antes. No sé muy bien si volverán las prisas. Siguen estando aunque de forma distinta.
No hago más que pensar en lo que me voy a encontrar. Ya he estado. Una semana no es suficiente para sentir el sentir de un país, de una gente que es al fin y al cabo desconocida. Me ayudarán? Me dejarán que les ayude? Cómo serán cada día esas fuertes tormentas tropicales? Porque conozco las del sur del continente. Y estas las he sentido una semana. Pero y cada día durante meses, cómo serán?
Es el momento de las preguntas, de las dudas, de los miedos, de los temores, de las suposiciones, de las esperanzas. Los sobresaltos vendrán después. Y las sorpresas. Y las sonrisas. Y las ayudas inesperadas. Y las frustraciones. Y las dificultades. Todo está por llegar.
Como me dice Juan, suerte y justicia!!!!. No creo mucho en la justicia, pero sé el significado de su deseo y yo también la espero.
Estoy haciendo este camino, este viaje de ida, con un montón de nombres en la cabeza, salvo uno, el de la pequeña Lázaro, aunque de ella me acuerdo también. Y porque papá no sabe todavía cómo se va a llamar. De los del resto, os aseguro que me acuerdo de cada uno.
Quedan escasas 7 horas para poner los pies en una tierra a la que espero ayudar a crecer. Os lo iré contando.
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