Martes, 27 de septiembre de 2011
00:46am Vigo. El día de las conclusiones después de la semana de reflexión.
Hace ahora ya una semana que he vuelto. Una semana y algún día más. Para mí, una eternidad que se ha pasado en un «volao».
Un «volao» que como siempre me hace recordar que la vida es una y corta.
Por ser una y corta, algunos queremos exprimirla. Si no voy a poder ver el 100% del mundo entero que pueda al menos ver el 2% más, teniendo en cuenta que es probable haya vivido el 50% del total de mi vida ya. Eso si llego a duplicar mi edad. Por qué me tengo que conformar? imaginar como será?.
Otros prefieren garantizarla, asegurarla, sellarla, …ni mejor ni peor. Es otra manera de disfrutarla. Qué más da siempre que sea elegida!…Eso es la libertad. O debería ser la libertad. Vivir según tú/vosotros entiendas/áis, por supuesto sin molestar. Ahí están los límites y los derechos. Esos primos hermanos que tan bien confundimos. Pongo los plurales para los que habéis elegido compartirla con unos pocos, para los que habéis sido más selectivos o incluso para los que habéis acertado a la primera.
Qué difícil parece todo a veces. Y qué fácil parecía antes o incluso después. Depende del día?.
El mío hoy ha sido tranquilo de actividad. Tranquilo por fin de espíritu.
Después de analizar, de pensar, de explicarme, de centrarme, de parametrizar, de escribir, de repensar, de poner en otra hoja, en otra casilla, de cambiar de lápiz, de papel, de arrugar una hoja, de salir a pasear, de cambiarme de silla, de descalzarme y volverme a calzar, al final, tengo que dar la razón a los que me tildasteis de valiente.
Valiente? (pensaba yo) Por qué? Por querer vivir? Por querer ayudar? Por querer ser mejor persona? Por querer ser? Por renunciar a la comodidad? Por amar?
Pues sí, porque cuando a mí me parecía una cobardía coger la cartera (la de la escuela) y partir, y la valentía creía era quedarse en el salón de actos viendo la cinta pasar,…sí! fuí una valiente. Ahora entiendo por qué. Porque puede salir mal. Porque muchas veces sale mal. Porque es muy probable que salga mal. Porque es difícil que salga bien. Porque la mayoría de las veces sale mal. Porque escuece. Porque la galleta es tan grande que puede dejarte mirando hacia atrás. Y porque además, hay que volver a empezar.
Esta vez escribí a lápiz y en papel lo que ahora pongo en ceros y unos. Y porque desde donde lo hice podía levantar la vista, relajarla al fondo, con un poco de mar, con luces brillantes, muy amarillas, con olor a libreta, a goma de borrar, con olor a escuela (esta vez de la vida), para al final pensar, con olor a sigo queriendo volar.
Consciente de que me quedan por delante días duros me he hecho consciente también de que si Colón descubrió América con la Pinta, La Niña y La Santa María, y el sólo convencimiento de que allí, a lo lejos, podía haber algo más, que no podré hacer yo sin carabelas pero con la misma convicción?.
Bufff…lo que cuesta levantarse. Será la edad, serán los palos, pero cada vez cuesta un poquito más.
También comprendo a aquellos que tras caer no se quieran volver a levantar. He visto el vértice. Me asomé. Y por el momento he resistido la tentación de caer. Pero lo entiendo. Ahí abajo hay un colchón que aunque no devuelve tus sueños en formato verdad, te ofrece plácidos sueños, e incluso la posibilidad de engendrar hijos prósperos a los que convertir en lo que tú no hayas logrado alcanzar.
Adiós colchón! Ni quiero sueños dormida, ni hijos que no sean lo que hayan descubierto por sí mismos quieran llegar a ser. Ahora bien, confieso que la montoña es rocosa, que hay poca agua en el camino, y que no, no todo el mundo está dispuesto a coger tu mochila o a dejarte pasar. Sí! Hay ampollas y sed. Cruces sin señales. Llueve cuando menos te lo esperas y azota el calor justo cuando más pesada es la carga o la cuesta es más empinada.
Pero sigue habiendo camino. Y aquellos a los que nos han enseñado a caminar, los que no hemos aprendido otra cosa más que caminar, aquellos a los que se nos va la vida en caminar, esos a los que nos hierven los pies, tenemos que caminar. Algunos para escribir historia. Otros, entre los que me incluyo, para escribir su única historia.
No es una obligación. No es una misión. Es una creencia moldeable con la sabiduría ajena que haces propia al tropezar, de que en el camino encontrarás no un final, sino respuestas, respuestas a tan grande curiosidad.
Comencé este blog con el objetivo de contaros una pequeña parte de mi vida que iba a tener lugar donde ya no lo tendrá. Por suerte le puse mi nombre. Continuaré escribiendo para que aquellos que queráis seguir mi camino podáis leerme y si mi vida de algo os puede ayudar aunque no lo sepa, estaré agradecida por haber gozado de esa posibilidad. También la de enseñar.
Y lo continuaré también para que mi hijo pueda encontrar las respuestas a las preguntas que algún día se hará. Eso, si no me tiene cerca. Si no, no tendrá preguntas. O no tendrá estas.
De corazón esta noche os deseo (más) suerte a todos.
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