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Próxima parada: Madrid.

4 de marzo de 2012

Madrid. Domingo. 15:23pm. Tarde de domingo de trabajo. Sola. La vida se mueve.

Habéis leído bien. Madrid. Sí. Madrid alberga una vez más mi paso. Y aunque la mayoría de mis cosas siguen en Galicia, mi cuerpo, mi corazón (en parte, ya sabéis que de éste hay una parte en cada parte que ha visto del mundo), mi alma (ésta está entera, el alma te acompaña en tu morada), el coche, Mario (nombrado como lo que es nunca cosificado) y dos maletas están ya en Madrid.

Algunos, más bien casi todos os enteraréis por este post. Y estoy segura de que todos conocéis muy bien la razón. Algunos os sentiréis heridos, otros sorprendidos. Algunos reiréis a carcajada limpia (carcajada limpia, bonita expresión para expresar la pureza de la risa franca y amistosa). Cuento también con los algunos indiferentes y con los que me echaréis de menos, a mí también me pasa (rá).

Alejandra, Alejandrita, Alejandrix,…la chica de las decisiones rápidas y de las más rápidas ejecuciones. Y es que la vida se mueve y si quiero vivir, tengo que moverme con la vida. Moverse con la vida. ¿Puede haber mejor movimiento?.

Cada uno elige su montaña rusa. O su bajada a la muerte. «De la muerte, hija de la muerte» está el panorama y o nos repensamos o esto baja para no volver a subir. Así que subiendo que estamos porque no queda más remedio, en mi interpretación de la vida, que subir y subir.

Mario ya tiene cole, y vuelve a tener uniforme. Verde otra vez. Verde oscuro otra vez. Y yo vuelvo a tener demanda como era de esperar. De mucho interés para algunos y de nulo para otros esto que hoy os cuento y que parece casi nada que contar, no es nada más que un nuevo episodio para los que, interesados, queráis seguir «las rutas salvajes» de un alma impaciente, inconformista, díscola, sublevada, exploradora, que recupera su risa y que algún día encontrará (no hará) sus «Américas».

No puedo deciros menos que, que aquí me tenéis. Algunos me cogeréis otros me olvidaréis. Sabed, todos, enteros, que yo aunque errante no me olvido de los lugares, los cuerpos y los corazones en los que he estado.

No. Es cierto. No somos todos iguales. Y las diferencias no nos hacen mejores, ni peores, ni siquiera (o si quieres, como quieras) especiales. Nos hacen variopintos, ricos, pintorescos. Nos hacen alegres, joviales, hacen que tengan sentido los caminos de puro encontrarnos con los diferentes. Y si aprendida tuviéramos esta lección de vida, seríamos todos más fáciles, más felices (precioso juego de 7 letras, 2 palabras, sólo una diferente, una diferente acentuación y sólo una tilde).

Habrá más episodios, que con más o menos interés o desdén, con mayor o menor curiosidad, recelo, aprobación (vale también su contrario), con gran alegría o con indiferencia, podréis leer.

Elegid vuestro estado, vuestra disposición hacia mí, y hacia la vida. Y construid vuestros episodios, el escenario, la coreografía, los personajes, el guión, ponedle música, diálogos, énfasis, mezclad a los personajes, ponedles carácter, personalidad, dotadlos de bondad, de generosidad, de contrariedades y miedos, pero haced siempre que los superen. Dadles coraje, otorgadles ilusión, ponedles amor, pintadles de fuerte color,…Pero sobre todo construid vuestros episodios. Porque la vida es tan corta que de corta que es, se nos pasa y no habremos podido terminar el cuadro.

Hoy estoy feliz porque mis recuerdos están formados por personas que me han acompañado. Algunos sin saberlo. Algunos sin quererlo. Algunos, casi todos, sin elegir. La vida es tan lista que de lista que es os ha puesto en mi puzzle para que un día, pan! encuentren su hueco las fichas y todo, casi todo encaje de nuevo y tenga sentido otra vez.

«Vida en potencia» he podido leer esta semana en «Estudios sobre el amor» de Ortega y Gasset. Bien pudiera eso ser mi claim. Alejandra Bernardo, vida en potencia!. Si no fuera porque en potencia quiere decir en situación de poder llegar a ser, quedando abierta por tanto la posibilidad de no ser, me lo apropiaría.

No por ello deja de tener una fuerza desgarradora. Como desgarradoras son de nuevo mis ganas de «correr».

Que tengáis buena tarde.

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